Orishas: la fuerza pura

Índice del artículo

 

 

Agustín

Agustín Fernández tiene 90 años. Su físico no lo revela, pero su andar y movimientos dan cuenta del largo ir y venir por esta tierra.

Sentado en una mesa, al la sombra de unos árboles en el patio de su casa, relata sus comienzos en la santería: “El 15 de agosto de 1944 me consagré a la santería. Mi orisha es Obbá. Aprendí la religión de mi compadre Rafael Murga, oriundo de Cárdenas, nieto de lucumí. Me apadrinaron Mario y Felicia Fernández, ambos famosos veteranos de la religión. Más tarde practiqué junto al difunto Facundo Sevilla, otro santo. El era babaloo”.

Agustín es claro cuando hablar de religión se trata. “Sino se cree en Dios no se cree en nada. Dios es Supremo, es todo lo bueno, la paz de la conciencia. El da y quita la vida. Lo importante es tener fe en lo que uno profesa. La fe salva. Todo lo maligno es del diablo”.

Después de una pausa, prosigue: “La santería es de Dios, nunca le desee el mal a nadie. Alégrese del bien ajeno y entonces llamará a su propio bien...el brujo más grande es Ilala, la envidia.”

Este santero tiene el privilegio de ser uno de los más queridos y confiables de la zona. Otros también son santos pero son unos “descarados” según palabras de algunos habitantes de la pequeña ciudad.

Dedica las mañana a atender consultas, ve los caracoles, receta baños, da consejos. “En los caracoles está todo. Aquí se ve lo bueno y lo malo. Lo bueno para mantenerlo y lo malo para espantarlo.”

 

 

 

Curiosidades

Calle B. Revista Cultural de Cumanayagua